Muy pocas veces te sorprenden, pero de vez en cuando ocurre aunque sea para mal. Hace unos meses recibí un email de “Antonio”, un compañero que decidió prestar servicio en Haití. El trabajo encomendado como miembro del Cuerpo Nacional de Policía es de policía de Naciones Unidas (MINUSTAH),
“…llevo 15 meses en este país y he solicitado una extensión de misión…”, “…somos Consejeros Técnicos de la Policía Nacional de Haití.”. “No quiero explicar en que consiste mi trabajo solamente la labor social que llevo a cabo.”
“Antonio” relata que a su llegada a Haití observó como la realidad superaba a la ficción, como la pobreza que tenía ideada en su mente era demasiado pequeña para la cruel realidad. “…la miseria más miserable instalada en la vida de los haitiano…, un insulto para el ser humano y una atrocidad para la infancia,…cuando ves a estos niños cargando sobre sus pequeñas cabezas bidones de 30 a 50 libros de agua… y recorrer varios cientos de metros y a veces kilómetros desde un arroyo a sus casas (chabolas)…, cuando ves una parte de todo esto se te rompe el alma.”.
A través de sus frases nos describe como los colegios son privados, como los padres no pueden enviar a sus hijos al colegio por no estar al alcance de casi nadie, sólo aquellos que controlan el dinero pueden enviar a sus hijos al colegio. La sanidad. Bonita palabra cuando se tiene gratuitamente. En Haití -nos cuenta- hay que pagar mucho dinero por una aspirina, por un médico, por ingresar en el hospital, “…todo esto me hizo reflexionar de que forma y como podría yo ayudar a esta gente…, contribuir un poquito…, lo consulté con mi mujer y…”.
“Antonio” en 15 meses que lleva prestando servicio en Haití como miembro del Cuerpo Nacional de Policía tuvo tiempo para contactar con Noel, un médico haitiano, con el que colabora activamente en programas sociales. “Antonio” aprovecha sus viajes a España para transportar medicamentos necesarios según la lista que Noel le confecciona, “Llevo prácticamente un año llevando desde España a Haití maletas llenas de medicamentos con un peso total de entre 60 y 70 kilos, medicamentos necesarios…”.
La mujer de “Antonio” realiza una colaboración importantísima a la vez que necesaria en la ayuda humanitaria. Es ella la que durante el tiempo de ausencia del domicilio familiar de “Antonio” recopila todas y cada una de los medicamentos de la lista que Noel redacta con esperanza. Hasta ahora los medicamentos eran suministrados por farmacias conocidas de la familia, pero este último viaje la lista contenía medicamentos para niños difíciles de conseguir y muy caros, “así se lo dije a mi mujer, y se encargo de todo, estos medicamentos no se pueden conseguir gratis en las farmacias, hay que pagarlos, y así se hizo, los abonamos y me los traje para Haití a la espera de efectuar la donación…”. El Colegio Europa de Málaga ayuda a esta noble causa aportando una pequeña cantidad de dinero que ayuda a sufragar el gasto de los medicamentos.
“Antonio”, no se conforma con esto, sino que también porta entre su equipaje ropa que entrega a haitianos de todas las edades, desde bebes hasta ancianos. El último proyecto en el que está inmerso consiste en prestar ayuda al “orfanato de Montrouis”.
Este noble compañero relata en su email que el más grave problema que tiene Haití es su pobreza infinita. “El alza en los productos de primera necesidad son de verdadero escándalo”. “Antonio” en los meses que lleva prestando al pueblo haitiano su labor social, ha visto como en este país existen graves problemas de inseguridad. En su escrito trata de describirnos con palabras la situación que sufre el país, en la que en estas últimas fechas la inseguridad se ha manifestado, si cabe, con más virulencia. Nos relata como los secuestros (KIDNAPPING) están a la orden del día y que el 60% de la población tiene un arma de fuego, algunas de ellas construidas artesanalmente. “Este país está sumido en la vergüenza y la desesperanza y con la mayoría de la población sumergida en las condiciones más infrahumanas que yo haya visto jamás,…se han producido saqueos, incendios, muertes, y todo ello por esta miseria galopante que corroe las almas de estos haitianos,…no hay presente, no hay futuro, sus únicos ruegos al ser un pueblo muy católico, tener algo que comer mañana.”.
“Antonio”, en su email acaba reproduciendo un trozo del ruego de un haitiano a Dios: “Quisiera gritar y decir no os olvidéis de mí, somos un pueblo valiente y ya no podemos más. Pero recordar que estamos aquí, que pertenecemos a esta Tierra, y quisiéramos que nuestros hijos, los hijos de nuestros hijos, saliesen de esta miseria vergonzante”.
Tengo la suerte de conocer a Antonio desde hace un tiempo. En Málaga era un gran policía, trabajador como nadie, ahora está demostrando ser además una gran persona. Nos está dando una lección de humanidad a todos sus compañeros.
¡Ánimo Antonio, pero come un poco más que te estás quedando en los huesos!